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Mostrando entradas de 2016

Manual para perdedores

Ser exitoso es lo más sencillo del mundo. Queda demostrado en que todo el mundo es exitoso. Para coronar este hecho, añadimos que todos son felices, exitosos y felices. Está claro que hay infinidad de libros sobre como ser exitosos en cualquier aspecto de la vida, es más, cuando uno habla con amigos o conocidos, pareciera que todos saben cuál es la clave del éxito y la felicidad. Por lo tanto, la única conclusión posible es que todos, todos, son felices y exitosos. Pero yo no soy como todos. Ya desde chico, cuando me querían dar la ropa de mis hermanos mayores, como yo soy distinto y era diferente a ellos, tampoco podía usar su ropa. Entonces, la rompía, así tenía que usar ropa que nadie había usado, porque yo tenía que ser único, es más, ya era único en ese momento. Como consecuencia, usaba la ropa hasta que estaba en un estado inservible, como para que nadie la usara después de mí, sino dejaría de ser único. He llegado al punto de romper ropa sana, porque no me quedaba más o ya habí

Hay un lugar

Hay un lugar único donde convergen el cielo con la tierra, donde se derraman todas las lágrimas y se inspiran todas las sonrisas. Hay un lugar donde el sonido llega adentro del alma, se percibe como música, colores y sabores. Una sinfonía celestial, donde el elemento caído del cielo se une a la tierra. Hay un lugar donde se ve claro, que el hombre es un actor más, y no el más importante, aunque pueda ser el más decisivo, pero no será jamás el principal. Hay un lugar donde los recuerdos parecen lejanos, y el ahora es lo único que se guarda en la memoria, donde ya no hay más que bramidos, reflejos, aromas salvajes. Hay un lugar que pareciera pertenecer al jardín de los dioses, pero no debemos olvidar que  es un regalo especial para contemplar, admirar y cuidar. Hay un lugar en el cuál uno se siente lejos de la tierra, y cerca del cielo, pero queda claro más que nunca adonde pertenecemos. Hay un lugar en el que el sol y la luna son cómplices de una belleza incomparable, pero a la ve

Inexplicable

El que diga que el cerebro es lo más complejo que existe, no ha ahondado en los sentimientos y congojas del ser interno. Algunos dirán que ese ser interno es parte intrínseca del cerebro. Yo les diré que es parte de la vida del ser humano, mientras viva, lo llevará con él. ¿Está en el cerebro? ¿Reside en el corazón? ¿Se lleva en la sangre? Pero el asunto es, ¿acaso importa? Allí está. Hay días que nos brinda una felicidad indecible, puede ser afectado por situaciones externas, aquellas que esperamos, aguardamos y finalmente suceden, o aquellas que no las esperamos, y son las sorpresas más bellas de la vida. También nos puede brindar felicidad sin que pase nada extraordinario en nuestro alrededor, sin que suceda nada que esperemos o no, simplemente sucede el hecho de existir, de convivir con esa otra persona que reside en nuestro ser, con el que compartimos el camino que conduce desde que recordamos nuestras vivencias, hasta que no haya más recuerdos, por eso lo podemos llamar el cami

Imperfecta

Lo prefecto no siempre es perfecto. No me refiero a una pieza mecánica que debe ser perfecta hasta valores micrométricos. Tampoco de proyectos de construcción dónde las medidas deben ser perfectas. Hablo de ella. Imperfecta. Cuando digo imperfecta, me refiero a cuando hablas de un tema y te pregunta si está linda. Imperfecta cuando se despeina y está más salvaje que peinada. Cuando evita mirarte, y su perfil es aún más llamativo. Cuándo no sigue la receta para innovar, y sale mejor que la original. Imperfecta cuando habla, y su voz no es la más armoniosa, pero si la más atractiva. Cuando camina, mueve sus pies, quizá no como una modelo, pero si como mujer que sabe adonde quiere ir. Cuando se viste, y no lleva la ropa más elegante, pero su presencia es única. Imperfecta cuando te ve, y quizá no tendrá los ojos de la actriz mejor paga, pero sentís que si te mira, te arropa el alma. Cuando canta, porque no afinará como una cantante de ópera, pero si la escuchas cantar, seguro

El éxito del fracaso

En general, todos coincidimos cuando alguien tiene éxito. Cuando otro cumple con nuestras expectativas, tiene éxito. A su vez, cuando cumplimos las expectativas de otros, nos pueden considerar exitosos. Ni que hablar si son superadas esas expectativas. Lo que no está muy claro es cuando somos exitosos para nosotros mismos. Solemos estar gobernados por reglas muy distintas. El orden natural no nos afecta en cuanto a considerarnos exitosos. Uno puede pensar que cuando cumple una meta lo logra, cuando llega a un objetivo, o hasta cuándo cumplimos o superamos expectativas de otros. Nuestra mente nos guía y nos empuja hacia una sola dirección, el éxito. Cabe aclarar que en el transcurso de nuestra vida, solemos cambiar de metas, objetivos, y por lo tanto, la mente nos dirige hacia lugares muy dispares, dependiendo en qué momento de nuestra vida nos encontremos. Nuestro objetivo supremo es el éxito, solemos tener aversión al fracaso. Sin embargo, cuando logramos llegar a los objetivos qu

Extrañando

Cuando llega la noche, ya en la cama, la mente empieza a pensar en lo que pasó en el día, en lo que no pasó, en lo que tiene que pasar al día siguiente. Esa tranquilidad, que parece muy benévola para nuestra mente, hay veces que es cruel para nuestro corazón. Es cuando extrañamos. Nuestros pensamientos en ese momento, acompañan a nuestro corazón en extrañar. Podemos extrañar a alguien, algo, o una situación particular. Por ejemplo podemos extrañar una vida más simple, cuando uno quizá tenía menos responsabilidades, o cuando teníamos salud, si es que la hemos perdido. También podemos extrañar algo. Quizá hemos extraviado algún regalo valioso, o se nos ha roto eso que tanto queríamos y usábamos. También podemos extrañar a alguien. Y siempre, de todos los sentimientos de extrañar, el más angustioso es cuando extrañamos a alguien que no está. Puede ser un ser querido, un amigo, un amor o hasta alguien que no conocíamos pero admirábamos. Cuando esa persona falta, el vacío que se siente

Oscuridad

Oscuridad. Uno suele relacionar la oscuridad, el color negro, con situaciones negativas, dolorosas, que nos dañan, nos hieren. Y si bien es cierto que la oscuridad en sí misma no nos daña, si nos desorienta, no podemos saber exactamente lo que pasa a nuestro alrededor. Y es en ese momento, cuando la oscuridad reina, que nuestros miedos, nuestras frustraciones, nuestro pesares salen con más fuerza. Nuestra mente llena los vacíos visuales con ideas, situaciones, momentos. Vaya uno a saber por qué la oscuridad hace que nuestra mente vaya a sitios dolorosos, en vez de a sitios maravillosos, pero pareciera ser que así funciona. Entonces, cuando estamos en situaciones dolorosas, que nos hieren, nos dañan, sucede a la inversa. Puede pasar que estemos en un día precioso con un sol maravilloso, con un paisaje de ensueños delante de nuestros ojos, pero no hay vacíos visuales, hay vacíos mentales. Entonces, todo se vuelve negro, oscuridad, esa sensación de caer y nunca llegar al fondo. Parece qu

La indecisión

Lucas amaba su rutina. Se levantaba a las 6 am. Siempre dormía del lado izquierdo. Veía el rostro de Roxana, su esposa, dormir plácidamente. Se ponía su ropa deportiva, salía correr una hora. Luego, después de un baño, y desayunar con Roxana, salía al trabajo. Tenía un traje para cada día de la semana. Era gerente de un banco, donde ya conocía a todos los empleados, desde el personal de limpieza y seguridad, hasta los que eran del correo y llevaban la correspondencia del banco. Su día laboral era bastante similar todos los días. Saludaba a todo el personal, se preparaba su café, y ya en su oficina, revisaba la sección de negocios de todos los diarios. Luego revisaba todos los números del banco y atendía cualquier situación. Los fines de semana, se turnaban con la familia de Roxana, su familia, los amigos del club y los amigos de la facultad. Siempre salía algún viaje y disfrutaba mucho de su estilo de vida. Podemos decir que era feliz. Sin embargo, toda su vida parecía haber estado pl

El extraño

Era todo nuevo para él. Caminaba por calles que jamás había transitado, veía rostros que no reconocía, escuchaba un lenguaje que no comprendía. Hasta percibió aromas y colores que nunca había sentido. Era una extraño en un lugar extraño. Y aunque parezca un juego de palabras fuera de lógica, extrañaba. Extrañaba su hogar, el aroma de los alimentos de su niñez, esos rostros amados. Para el resto de la gente, era una persona más en un mar de extraños, cómo suele suceder en las grandes ciudades. Nuestro extraño, no sabiendo por qué estaba allí, o como había llegado, trató de comunicarse con algún transeúnte, pero descubrió que no reconocía ese lenguaje extraño, y para él era imposible hacerse entender, ni siquiera haciendo señas. Entró a un comercio donde vendían cosas tan exóticas para él, que no reconocía. Inútilmente trató de hablar con el vendedor. Ya frustrado, y sin entender como terminó en aquel lugar extraño, siendo un extraño en medio de extraños, se sentó en la entrada de una

Ayuda

"¡Ayuda! ¡Ayuda!" Ese grito desgarrador. Expresaba desesperanza en encontrar esa ayuda solicitada, aunque igual se intentaba pedirla. Parecía voz de mujer, pero no se puede afirmar con seguridad, la lejanía, y lo gutural de la voz impedían saberlo a ciencia cierta. Hacía calor, era una noche pesada, el aire parecía estar completamente quieto. Y a pesar de que era una zona céntrica, y que generalmente a la madrugada solía escucharse algo de bullicio, se hizo un silencio sepulcral antes de escuchar esos gritos. "Las 3 am", pensó Juan. "Otra vez", concluyó. A la mañana, cuando sonó el despertador, ya lo estaba esperando para apagarlo. Con desgano, pero con decisión, se levantó de la cama, se bañó, tomó el desayuno y salió para el trabajo. En el camino, volvía a su mente ese grito desolador. "¡Ayuda!". Sabía que la noche pasada de desvelo y esa pesadilla recurrente, le iban a costar un par de horas de terapia. "Que cara tenemos hoy", dijo S

Vivir del recuerdo

Sergio era un tipo normal. Disfrutaba de las cosas simples de la vida, como todos. Jugar a la pelota con amigos, un buen asado, una reunión de familia. Un día, jugaron un partido de aquellos con los muchachos. Ganaron 7 a 0. Estaban todos inspirados. Y qué gol de chilena metió Sergio. Lo gritó como loco. Después salieron pizzas. Nadie quería que ese momento terminara. Esa noche, casi ni durmió. Recordaba una y otra vez ese partido, esa jugada, ese pase de Pablo que él pudo enganchar justo con esa chilena espectacular. Al otro día, en el trabajo fue totalmente improductivo, entre el cansancio por casi no haber dormido, y estar recordando todavía una y otra vez esa jugada. Al fin del día, se dió cuenta que empezó a recordar con menos frecuencia. Al llegar a casa, casi ni pasaba por su cabeza ese partido del día anterior. A la noche, ya en la cama, se dio cuenta que quiso recordar de nuevo la jugada, pero que no se la acordaba tan bien, y eso le dio mucha bronca, tanto que otra vez le

Nada cambia

La noche fue dura. Entre ese mosquito que se dedicó a hacerme miserable, el tren que hasta las 12:45 am pasa como un reloj perfecto y las ambulancias que entran y salen del hospital de enfrente, conspiraron contra una noche de descanso, aunque sea una. Por la mañana, mientras tomaba el café clásico de las mañanas con mi mujer, pensaba como hacía ella para poder dormir tan plácidamente. Creo que debe ser algo de los genes. Ya camino al trabajo, el mismo de hace 5 años, creo que voy por el record de permanencia, no podía dejar de pensar cuanto iba a lamentar la falta de sueño. La misma rutina, después de fichar, acomodar mi escritorio, prender la pc, ver todos los papeles acumulados para ordenar y procesar, y prender la máquina de café. Al rato, como suele pasar, llegan Jorge, Martín, Dardo y Manuel. Comienza la charla de los lunes, que golazo metió el lancha Gutierrez, el pase perfecto del mago Miguez, el cabezazo del tanque Martucci y la atajada que seguro queda para la histori

La feria

La misma tradición de todos los años. No es la misma feria, aunque es la misma feria. Es decir, todos los años es en el mismo lugar, la misma fecha, los mismos horarios. Es más, para estas latitudes, suele hacer el mismo clima en esos días. Los feriantes suelen ser los mismos, los visitantes suelen ser los de siempre. Yo suelo ir todos los años, soy uno de los visitantes de siempre. Pero no es la misma feria. El ritual se repite. Los feriantes con días de antelación preparan sus puestos. La mayoría son empleados y, por supuesto, están cansados del mismo trajín de todos los años. Horas extras, ya pensando en la multitud de personas que vienen, y que les esperan unas largas semanas de preguntas, charlas sin sentido, compañía forzada con gente que no siempre cae bien, pero ya es un rito. Forma parte de lo que tiene que suceder en esta época del año, sino, es como que ese año no fuera válido. ¿Podemos llamar algo por su nombre si falta eso que lo define? ¿Podemos llamar cerveza a la que