Cuando llega la noche, ya en la cama, la mente empieza a pensar en lo que pasó en el día, en lo que no pasó, en lo que tiene que pasar al día siguiente. Esa tranquilidad, que parece muy benévola para nuestra mente, hay veces que es cruel para nuestro corazón. Es cuando extrañamos. Nuestros pensamientos en ese momento, acompañan a nuestro corazón en extrañar. Podemos extrañar a alguien, algo, o una situación particular. Por ejemplo podemos extrañar una vida más simple, cuando uno quizá tenía menos responsabilidades, o cuando teníamos salud, si es que la hemos perdido. También podemos extrañar algo. Quizá hemos extraviado algún regalo valioso, o se nos ha roto eso que tanto queríamos y usábamos. También podemos extrañar a alguien. Y siempre, de todos los sentimientos de extrañar, el más angustioso es cuando extrañamos a alguien que no está. Puede ser un ser querido, un amigo, un amor o hasta alguien que no conocíamos pero admirábamos. Cuando esa persona falta, el vacío que se siente